LA NECESIDAD DEL
DESARROLLO.
La incidencia de la población sobre el
mantenimiento de los bosques reviste caracteres de especial gravedad en el caso
de la Amazonia, donde la llegada de campesinos a partir de la segunda mitad del
siglo XX ha venido a trastocar el equilibrio ambiental mantenido por los
pueblos aborígenes que utilizaron de los
mismos durante milenios, sin que su estado de conservación resultara afectado
sustancialmente. El establecimiento de nuevos colonos en estas zonas se ve
favorecido por la existencia de programas gubernamentales, que conceden títulos
de propiedad a los campesinos que convierten un terreno baldío en terreno
productivo. Con frecuencia, los colonos talan no sólo la parcela de terreno que
les ha sido asignada, sino una superficie mucho mayor. Por otro lado, el acceso
a la región de estas nuevas poblaciones se ha visto favorecido por la presencia
de carreteras, construidas para facilitar la explotación de estas áreas, como
consecuencia de la presión que ejercen las empresas madereras, mineras y
petrolíferas.
Así pues, en
casos como el apuntado, la solución a los problemas que afectan los bosques
pasa por un desarrollo sostenible de los recursos y una fuerte voluntad
política de poner fin a la tala indiscriminada. Además, es preciso el
reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos aborígenes que han
demostrado estar comprometidos con la conservación de los bosques, y evitar la
migración de los campesinos hacia estas zonas. Esta última condición precisa de
una redistribución equitativa de las tierras agrícolas, de tal forma que la
supervivencia y la calidad de vida del campesinado queden aseguradas y sea
innecesaria la migración y la consiguiente deforestación.
Recomendaciones de combatir la
deforestación. De
acuerdo con las recomendaciones de las Naciones Unidas, existen diversas
medidas encaminadas a frenar el proceso de deforestación. Por un lado, los
programas forestales de cada país, los cuales deben hacer partícipes a todos
los interesados e integrar la conservación y el uso sostenible de los recursos
biológicos. Asimismo, las capacidades nacionales de investigación forestal
deben mejorarse y crear una red para facilitar el intercambio de información,
fomentar la investigación y dar a conocer los resultados de las distintas
disciplinas.
Es necesario
llevar a cabo estudios que analicen las causas de la deforestación y
degradación ambiental en cada país, y debe fomentarse la cooperación en temas
de transferencia de tecnología relacionada con los bosques, tanto Norte-Sur
como Sur-Sur, mediante inversiones públicas y privadas, empresas mixtas, etc.
Por otro lado, se requieren las mejores tecnologías de evaluación para obtener
estimaciones fidedignas de todos los servicios y bienes forestales, en especial
los que son objeto de comercio general.
Las
políticas inversoras deben tener como finalidad atraer las inversiones
nacionales, de las comunidades locales y extranjeras para las industrias
sostenibles de base forestal, la reforestación, la conservación y la protección
de los bosques.
ü
LA REVOLUCIÓN VERDE COMO ESTRATEGIA DE PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS.
Desde 1960 la Revolución Verde
supuso un gran esfuerzo en el incremento y diversificación de los rendimientos
agrícolas en los países más pobres, y un cambio de paradigma en las prácticas
agrícolas de numerosas zonas del mundo, basado en enfoques genéticos y nuevas
prácticas agrícolas. Se sustentó sobre todo en la mejora de tres cereales clave
en la alimentación humana: trigo, arroz y maíz.
El rápido crecimiento de la
población en los países en desarrollo influyó para que los gobiernos de algunos
de ellos comenzaran a implementar políticas tendientes a mejorar la
productividad y responder así a la mayor demanda de alimentos.
Las primeras investigaciones sobre la selección de nuevas variedades de cereales de alto rendimiento se iniciaron después de la Segunda Guerra Mundial, con semillas de trigo en México y de arroz en Filipinas.
Las primeras investigaciones sobre la selección de nuevas variedades de cereales de alto rendimiento se iniciaron después de la Segunda Guerra Mundial, con semillas de trigo en México y de arroz en Filipinas.
Esas variedades se difundieron
por el mundo durante el decenio 1960-1970 y lograron un incremento en el
rendimiento agrícola. Además, se hicieron estudios sobre otras variedades de
cereales como el maíz, el mijo y el sorgo.
A partir de esos años, la expresión Revolución Verde designó al conjunto de los esfuerzos para acrecentar la producción agrícola de los países en desarrollo gracias al cultivo de las nuevas variedades de cereales, en particular del trigo y del arroz. Su cultivo requería el empleo de abonos químicos, utilización de riego y métodos intensivos de trabajo. De esta manera se redujo en alrededor de un 30% costo de producción de una tonelada de arroz o de trigo.
A partir de esos años, la expresión Revolución Verde designó al conjunto de los esfuerzos para acrecentar la producción agrícola de los países en desarrollo gracias al cultivo de las nuevas variedades de cereales, en particular del trigo y del arroz. Su cultivo requería el empleo de abonos químicos, utilización de riego y métodos intensivos de trabajo. De esta manera se redujo en alrededor de un 30% costo de producción de una tonelada de arroz o de trigo.
Norman E.
Borlaug, "Padre de la Revolución Verde": Agrónomo
norteamericano. Sus trabajos referentes a nuevas variedades de trigo y otros
cereales, aplicados a la agricultura de determinados países subdesarrollados,
tuvieron como resultado un considerable incremento de la producción agrícola
los mismos. Por medio de híbridos y cruces logró, por ejemplo, un incremento en
las cosechas de trigo mexicano de hasta un 50%, haciendo que este país pasara
de importador a exportador de este cereal. En 1970 le fue concedido el premio
Nobel de la Paz. Murió a los 95 años de edad en septiembre de 2009.-
Problemas con la revolución
verde: Los beneficios traídos por la mejora agrícola de la llamada
Revolución Verde son indiscutibles, pero han surgido algunos problemas. Los dos
más importantes son los daños ambientales, de los que trataremos con más
detalle a continuación, y la gran cantidad de energía que hay que emplear en
este tipo de agricultura. Para mover los tractores y otras máquinas agrícolas
se necesita combustible; para construir presas, canales y sistemas de
irrigación hay que gastar energía; para fabricar fertilizantes y pesticidas se
emplea petróleo; para transportar y comerciar por todo el mundo con los
productos agrícolas se consumen combustibles fósiles. Se suele decir que la
agricultura moderna es un gigantesco sistema de conversión de energía, petróleo
fundamentalmente, en alimentos.
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